Nunca hubiera dicho que la pasión por los tatuajes podría ser hereditaria, pero empiezo a pensar que sí: ¿será que la tinta se va filtrando por los poros hasta llegar a los genes y reproducirse de generación en generación? Quizás es mucho más sencillo y es simplemente que de tal palo, tal astilla, pero no me digáis que los niños de David Beckham son su puro retrato, con el vicio de los tatoos incluido en el paquete.
Los tres hijos mayores del futbolista (Brooklyn, de 12 años, Romeo, de nueve y Cruz, de seis) se pirran por los tatuajes, pero como sus papás aún no les dejan hacérselos de verdad tienen que conformarse con los temporales, de esos que se van a fuerza de ducharse.
A los mini Beckham también les gusta jugar al futbol y forman parte de un equipo en Los Ángeles. Su padre no se pierde ni uno, asiste con cámara en mano y está a puntito de babear como cualquier papá en un partido de equipos escolares. ¿Será también de los que acaba insultando al árbitro porque ‘maltrata’ a su niño?
Si los pequeños Beckham quieren copiar a su padre en tatuajes, no tardarán mucho en empezar a hacérselos y es que para seguir la saga a David hay que invertir tiempo: el jugador de Los Ángeles Galaxy cuenta con una veintena de tatuajes repartidos en todo su cuerpo.
En alguna ocasión, David ha hablado de la pasión por los tatoos que parecen haber heredado ya sus hijos. Según el futbolista, uno de ellos ya le ha preguntado qué edad debe tener para que le permita hacerse un tatuaje, a lo que Beckham contestó que “mucha más edad de la que tienes ahora”.
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