Lindsay Lohan ya sabe lo que le espera tras su espantada del programa de ayudas en el que colaboraba. La joven, para variar, hizo de su capa un sayo y optó por abandonar este lugar y comenzar a cumplir sus servicios para la comunidad en la Cruz Roja.
La jueza, Stephanie Sautner, la llamó a declarar y aunque el fiscal pidió ayer pena de cárcel para la actriz, la magistrada encontró un sitio “mejor” para que Lohan cumpla con su pena. Nada de Cruz Roja, ahora tendrá que limpiar la morgue de la ciudad de Los Angeles, seguramente una de las más “movidas” de todos los Estados Unidos.
El cabreo de la jueza con Lohan es más que evidente. Una nueva condena de 360 horas de trabajos para la comunidad, 120 de ellas en la morgue, parece más un severo correctivo que una sentencia. Lohan se ha defendido diciendo que su labor en el programa de ayudas a mujeres “no me llenaba lo suficiente”.
A pesar de la petición del fiscal, que no ha tenido en cuenta absolutamente nada al pedir un año de cárcel, otros miembros del departamento jurídico han apuntado que “en realidad, Lohan no ha roto su compromiso de trabajar para la comunidad”.
Sautner no ha admitido que Lohan se pitorreara primero de ella y luego de los trabajadores del centro de ayuda a mujeres donde sólo iba unas horas al día para luego irse de compras alegando malas relaciones con sus compañeros. Si a esto le añadimos que ella misma decidió ir a colaborar con la Cruz Roja pues la reacción de la jueza ha sido justa. ¿Habrá encontrado Lohan la horma de su zapato?
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