Cuando vimos la primera secuela de Shrek, todos nos quedamos encantados con ese nuevo personaje que hizo su aparición, El Gato con Botas. Enseguida se hizo con la pantalla, desplazando al ogro y a su inseparable Asno cuando aparecía en escena. No tardó en ser el preferido entre todos los que aparecieron en la saga. Y ya le hacía falta que se estrenara esta película, El Gato con Botas, con él como absoluto protagonista.
Animado con la personalidad de un genial Antonio Banderas, este felino ha acumulado tal número de fans, que no tardó en ser prioritario para el estudio hacer un spin off de la franquicia que le pusiera al mando de la acción. Mucho han tardado en dar forma a la primera aventura en solitario del felino del cuento de Perrault, pero algo me dice que no será la última.
Y es que esta película tiene todo lo bueno que tenía aquella segunda película del ogro verde, y que perdió en su tercera entrega. El gato está absolutamente genial, rodeado de unos también excelentes personajes secundarios, que hacen que cada lío en los que se mete sea una experiencia divertida para el espectador y se disfrute con una ámplia sonrisa.
El primer handicap lo encontramos en la resolución del argumento principal, demasiado simplificado, y realizado de manera que su público objetivo, el infantil, lo tenga todo bien claro: la amistad es lo primero y la confianza ha de ser el motor de esta. Muy sencillo, muy de moraleja, pero es que estamos ante un cuento. Y en ellos, es lo principal, aleccionar sobre algo. En este caso, la relación entre Gato y su antaño inserparable amigo, Humpty Dumpty.
El personaje de Salma Hayek, la gata Kitty Zarpas Suaves, es el contrapunto ideal para un guaperas y ligón como Gato. Complementa a la perfección al personaje y le saca lo que él por si mismo no puede hacer. Que no es mucho, porque como sabemos por su participación en la saga principal, tiene recursos de sobras para lograr lo que quiere.
Por su parte, Humpty Dumpty falla como el villano de la película (upssss, ¡spoiler!). Le falta carisma y eso es lo que hace bajar un poco el nivel de la película. El previsible final de su trama estropea los momentos más intrigantes de la película, y provocan el giro hacia una película más convencional y previsible de lo que habría sido bueno esperar.
De todas maneras, la conjugación de varios cuentos de siempre, sacados de tiesto, como ocurrió en Shrek, funciona y más, si como es el caso, no se abusa excesivamente de ello. Es una excelente película para disfrutar en familia y dejarse llevar al maravilloso mundo del gato de los ojitos encantadores.
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